13 jun 2011

Europa y el toro


En la Fenicia antigua, a unos sesenta kilómetros al sur de Beirut, se levantaba la ciudad de Tiro, donde reinaba el rey Agenor. Éste era hijo de Poseidón, dios del mar. Éste rey, Agenor, tenía una hija encantadora, de aspecto dulce, algo ingenua tal vez, llamada Europa. Le gustaba mucho jugar junto al mar con sus amigas y allí fue dónde Zeus le echó un día el ojo, como se suele decir.

El padre de los dioses no podía contemplar durante mucho tiempo a una muchacha hermosa sin inflamarse de deseo por ella, y esto es lo que le ocurrió con Europa. La observó mientras con su cestita de flores bailaba en la playa y jugaba con sus amigas, y aprovechó la ocasión para transformarse en toro, un toro impresionante, blanco, tan blanco como la nieve y cuya piel estaba cubierta por un pelaje suave y aterciopelado. Salió del agua, trotó por la playa y se quedó quieto a escasos metros de Europa, sin moverse. Sólo Europa, que ya lo he advertido, un poco ingenua, miró al majestuoso animal llena de asombro. Sobre todo la había hechizado la mirada de la bestia. El toro mantenía la cabeza ligeramente inclinada, y sus ojos azules tenían una expresión tímida y embelesada.

Europa hizo ademán de acercarse al toro, que lucía un perigallo enorme. Poseía un gran perigallo y dos delicados cuernos de piedras preciosas,  y parecía completamente manso. Se dejó acariciar por Europa, apoyó en ella su cabeza y al final ella se armó de valor y se sentó sobre su lomo, momento que aprovecho el toro para dar un par de pasos y caminar lentamente en círculos. Las muchachas salieron de su escondite, muy contentas, y quisieron subirse al lomo del toro, pero éste no lo consintió. Se dio la vuelta, se alejó a todo correr, saltó al agua y se fue nadando.

Europa sostenía con una mano su cestita de flores, mientras con la otra se asía firmemente a un cuerno del toro; así es como se alejó sobre las espaldas de Zeus y sus compañeras de juegos nunca la volvieron a ver.

Sabemos que el toro nadó por el Mediterráneo con Europa a sus espaldas, y que no puso pie en tierra hasta llegar a Creta.


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